¡Vaya con los genes! Está todo escrito, hombre. Que una mutación provoca la infidelidad y la deslealtad hacia la pareja, que no te habías enterado, que lo dicen en Estocolmo.
Típica noticia de Antena 3.
El redactor de turno la ha leído en el periódico, luego llama al cámara y juntos se van al barrio con más cachondeo (si es de Sevilla, mejor*), pasean la alcachofa, importunan a los transeúntes, llevan el bruto a la redacción, montan el vídeo, hacen una entradilla simplona, refrito del periódico, ponen voz cantarina y ya tienen la noticia.
Aunque eso ahora también lo hacen los periódicos serios en sus páginas webs.
Algunas frases cazadas al vuelo de ese vídeo:
"Es que somos infieles por naturaleza".
"Yo creo que es verdad".
"Pues sí".
"Lo mismo que el ladrón, que lo lleva en los genes".
"Yo me lo creo".
"Llevo veinte años casado con mi mujer... Y hasta ahora".
"El que es infiel, es infiel, ¿qué culpa tienen los padres?".
Las palabras de los ciudadanos en las encuestas son, la mayor parte de las veces, una ristra de tópicos, frases hechas, estereotipos y chistes malos. Este vídeo me ha recordado un texto de André Lapied que leí en el blog de Arcadi Espada y copio/pego:
«Comencemos por aplicar el precepto según el cual cuanto menos se tiene que decir, más se debe hablar. Quien no tiene nada que decir es, pues, el que será entrevistado con prioridad por los medios. ¿Cuántas veces hemos oído a testigos de hechos diversos o de catástrofes decirnos que las explosiones provocan un gran ruido, que las ametralladoras crepitan, que los bandidos huyen en coches rechinando los neumáticos, que los incendios generan un enorme calor, que el agua sube rápidamente durante las inundaciones, que los muros vibran cuando tiembla la tierra? Debemos considerar eso como informaciones. Son sabrosas también las palabras históricas de los conocidos de los criminales: gente cortés, bien educada, llevándose perfectamente con el vecindario, con una tranquilidad a toda prueba; ¿quién habría podido imaginar que individuos tan perfectos fuesen asesinos en serie, terroristas o pedófilos traficantes de niños? ¿Cómo resistir al pesar de los anónimos que deploran la desaparición de otros anónimos? Entre el florilegio: «La víctima bien podría haber sido yo», «Es muy triste para la familia», «Hay que ser solidarios». El entrevistador busca, pues, prioritariamente no la información útil o una interpretación clarificadora sino los lugares comunes y los juicios morales periclitados. Al margen de las exigencias de actualidad, el balance es muy halagador porque está permitido entrevistar a no importa quién sobre no importa qué asunto. No se requiere ninguna competencia de conocimiento, muy al contrario, el transeúnte es el igual de los expertos. Escuchando el tejido de trivialidades que resultan de este método, somos animados a repetir como loros las mismas pamplinas. Evitando dar la palabra a quienes tendrían un punto de visto motivado, eventualmente hasta pertinente, sobre la cuestión, la contradicción es evitada a buen seguro. La originalidad del propósito, adversario del pensamiento único, es así salvajemente combatida por lo políticamente correcto.»
*Hay algo que me irrita en las declaraciones callejeras de los sevillanos: ese tono de cachondeo que parece obligado por el estereotipo. No debo generalizar, lo sé.
Pie de foto: mi sobrino, un vecino ejemplar, disfrazado, antes de tirar la basura.
Típica noticia de Antena 3.
El redactor de turno la ha leído en el periódico, luego llama al cámara y juntos se van al barrio con más cachondeo (si es de Sevilla, mejor*), pasean la alcachofa, importunan a los transeúntes, llevan el bruto a la redacción, montan el vídeo, hacen una entradilla simplona, refrito del periódico, ponen voz cantarina y ya tienen la noticia.
Aunque eso ahora también lo hacen los periódicos serios en sus páginas webs.
Algunas frases cazadas al vuelo de ese vídeo:
"Es que somos infieles por naturaleza".
"Yo creo que es verdad".
"Pues sí".
"Lo mismo que el ladrón, que lo lleva en los genes".
"Yo me lo creo".
"Llevo veinte años casado con mi mujer... Y hasta ahora".
"El que es infiel, es infiel, ¿qué culpa tienen los padres?".
Las palabras de los ciudadanos en las encuestas son, la mayor parte de las veces, una ristra de tópicos, frases hechas, estereotipos y chistes malos. Este vídeo me ha recordado un texto de André Lapied que leí en el blog de Arcadi Espada y copio/pego:
«Comencemos por aplicar el precepto según el cual cuanto menos se tiene que decir, más se debe hablar. Quien no tiene nada que decir es, pues, el que será entrevistado con prioridad por los medios. ¿Cuántas veces hemos oído a testigos de hechos diversos o de catástrofes decirnos que las explosiones provocan un gran ruido, que las ametralladoras crepitan, que los bandidos huyen en coches rechinando los neumáticos, que los incendios generan un enorme calor, que el agua sube rápidamente durante las inundaciones, que los muros vibran cuando tiembla la tierra? Debemos considerar eso como informaciones. Son sabrosas también las palabras históricas de los conocidos de los criminales: gente cortés, bien educada, llevándose perfectamente con el vecindario, con una tranquilidad a toda prueba; ¿quién habría podido imaginar que individuos tan perfectos fuesen asesinos en serie, terroristas o pedófilos traficantes de niños? ¿Cómo resistir al pesar de los anónimos que deploran la desaparición de otros anónimos? Entre el florilegio: «La víctima bien podría haber sido yo», «Es muy triste para la familia», «Hay que ser solidarios». El entrevistador busca, pues, prioritariamente no la información útil o una interpretación clarificadora sino los lugares comunes y los juicios morales periclitados. Al margen de las exigencias de actualidad, el balance es muy halagador porque está permitido entrevistar a no importa quién sobre no importa qué asunto. No se requiere ninguna competencia de conocimiento, muy al contrario, el transeúnte es el igual de los expertos. Escuchando el tejido de trivialidades que resultan de este método, somos animados a repetir como loros las mismas pamplinas. Evitando dar la palabra a quienes tendrían un punto de visto motivado, eventualmente hasta pertinente, sobre la cuestión, la contradicción es evitada a buen seguro. La originalidad del propósito, adversario del pensamiento único, es así salvajemente combatida por lo políticamente correcto.»
*Hay algo que me irrita en las declaraciones callejeras de los sevillanos: ese tono de cachondeo que parece obligado por el estereotipo. No debo generalizar, lo sé.
Pie de foto: mi sobrino, un vecino ejemplar, disfrazado, antes de tirar la basura.
5 comentarios:
Hablas de la entradilla pero se te ha olvidado el cierre del alcachofero:
"La Policía no descarta ninguna hipótesis"
y/o
"En las próximas horas podrían producirse nuevas detenciones"
Tu sobrino es clavado al mío, o al revés, no sé. Qué impresión! Abrazo
Esas noticias.... puf! Creo que hoy era el pais el que le dedicaba una página entera a eso de los genes... he flipado cuando lo he visto....
Y a lo de las preguntas en la calle... yo lo suprimiría, no aporta nada (casi nunca) y muchas veces ni se les entiende!.
¿Y si montamos un medio y ponemos nosotros las reglas? ¿triunfaríamos? Piénsatelo y si eso, cuenta conmigo!!! jejejejeje
¿Y qué me decís de ese condicional hipotético tan chungo?
"Al parecer, el sobrino de Miguel habría descuartizado a su propio perro y llevaría las vísceras y los miembros sanguinolentos en la bolsa que bajó a la basura. Tampoco se descartaría una sospechosa relación con el sobrino de Paco, que si la memoria de Ander no falla se llamaría Adrián".
Que bueno que vayas volviendo poco a poco a nuestro redil, Miguel. Genial la entrada, me recuerda a esta de Peter:
http://bestiario.com/letras/d.php?id=458#comentarios
Fuerte abrazo.
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