jueves, 29 de noviembre de 2007

Sólo quería correr un rato

Sólo quería salir a correr un rato, fue el jueves pasado. Para quitarme la tensión y agitar un poco los músculos, entumecidos y apalancados de tanto coche, despacho y casa. Desde hace unos meses me cuesta hacer deporte. No encuentro la rutina. Mi nivel de intensidad deportiva ha bajado por la edad y por los cambios de trabajo.

Escondí el manojo de llaves en el jardín para que no me incomodara y me colgué en el cuello la de la puerta. No había empezado a trotar todavía cuando divisé a un tipo que bajaba corriendo a unos sesenta metros. Sin las gafas para ver de lejos me pareció un deportista. Sin embargo, de cerca vi un extraño de balanceo sospechoso. A unos diez pasos escuché un ruido a mi espalda. Unas ramas que se parten y unos ladrillos que se caen. Me giro y veo al hombre tirado sobre el murete de mi casa, roto y caído entre la escalera, el ciprés y la calle. ¡Qué cojones!, me digo.

–¿Qué coño está usted haciendo?
–Nada, me he apoyado y se me ha caído el muro.
–No parece eso, ¿no estaba intentando saltar?
–Me he apoyado y se me ha caído el muro.
–Creo que voy a llamar a la policía.

El hombre está en el descansillo de la escalera y yo arriba. Tipo encuadre picado contrapicado: autoridad moral contra delincuente. El muro baja escalonado y rodea la casa en ese tramo. Él se incorpora, da dos pasos hacia mí y me mira en silencio. Mide uno setenta, es corpulento, tiene el pelo negro y espeso, la piel oscura y los ojos marrones. Cara de crápula.

–¿Vas a llamar a la policía?

Titubeo:

–Sí, soy vecino de esta zona y conozco al dueño de esta casa. [Mentira: no me conozco tanto como me gustaría].

–No, no vas a llamar. No estaba haciendo nada.

El hombre sigue balanceándose y, cuando me mira, los ojos se le pierden un grado hacia el cielo oscuro de la noche. Tiene síntomas de haber consumido droga o alcohol o quizá está simplemente desquiciado.

–¿Vas a llamar?– insiste.

–No, no voy a llamar. Me voy, pero tenga cuidado con la propiedad ajena.

Me vuelvo y camino hacia la puerta de mi casa, aunque parezca que no voy a ninguna parte. Oigo cómo se aleja por el ruido de la hebilla de su cinturón, el cabo de la correa le cae sobre la rodilla.

Compruebo que no está en la calle y entro rápidamente en el jardín de mi casa. Bajo hacia la puerta de la cocina y cierro con llave. El móvil está encima de la cama. Llamo a la policía. Pongo una denuncia telefónica. Llamo al seguro para que arreglen el muro.

–A las nueve estaremos allí. ¿Cuántos metros son?
–Dos y medio.
–¿De qué tipo?
–Bloques con celosía.

viernes, 16 de noviembre de 2007

El aceite de Ander

El ganador es Ander Izagirre (el título no va con segundas), que de sopetón se lleva una cita en primera plana. Ander fue uno de mis mejores profesores de prácticas durante la carrera de Periodismo. Es un periodista viajero y recorre atolondrado los mundos en vespa.

Sí, aceite de oliva.

En la pizza: para que no se pegue con el papel de alumnio y quede más jugosa.
En el perrito: para freír la cebolla y la salchicha.
En la paella: para sofreír el tomate, el pollo y el conejo.

Foto de una wikipedia.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Soy un bloguero solidario



Blog solidario es un meme que encadena recomendaciones entre blogueros. La condición de la cita que me hace cariñosamente Lucía es que mencione siete blogs, si no he entendido mal la explicación de César Coca en Divergencias [Qué curioso: César Coca, un tipo que leí y cité en mi tesis, es ahora un vecino en la red, puerta con puerta, vamos].

A mí esto de las cadenas solidarias no me hace mucha gracia, la verdad. Pero viene de Lucía. Con eso, todo dicho. Así que, lo primero, muchas gracias. Ella ha citado algunos de los blogs que hubiera señalado en esta cadena, por eso reescribo mis menciones sin contar con los típicos:

1. Ardiendo a un clavo es la barra fronteriza desde la que Marta escribe, con su gracia bilbaína, sobre libros, música y vida cotidiana. La menciono por su estilo sencillo y limpio, por su corazón grande y por la alegría que le da a la red.

2. J. es un viejo compañero de facultad y de revista. En El Canódromo escribe y reflexiona sobre poesía, pintura y felicidad. Beatlemaníaco él.

3. Si vas a vivir en Murcia y quieres integrarte en su cultura no te pierdas Achopijo. Si además eres treintañero, este tipo tiene las recetas para que recuerdes con nostalgia lo que fuimos y lo que quisimos ser.

4. Sindrogámico es un blog tan raro como su nombre, pero os aseguro que los autores están a la última en lo cultural (y escriben desde el mismo Madrid, como diría aquel). Cuando me los imagino pienso en un grupo de gente variopinta, culta y muy moderna, pero sin pose.

5. ¡María, María! Una estudiante de periodismo con una capacidad grandísima de hacer amigos en la red. Muy divertido leer las crónicas de su vida cotidiana con Pancho, el hermanito. Me encantaría tenerla como alumna.

6. Desde su rincón, Pacotto reflexiona con descaro y buen humor sobre la vida, el periodismo y otras especies de la fauna pública. Uno de mis maestros durante la carrera, aunque no pude disfrutarlo en primera persona, sí como miembro de un equipo de profesionales de altura.

7. Y para terminar, os dejo con los acordes de un crítico musical fino y de escritura bella, Sincopado.

PD: Para celebrarlo, un concurso: De los ingredientes necesarios, ¿cuál usé en los tres platos? Quien gane está invitado a probarlos.

lunes, 12 de noviembre de 2007

¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?

Will you please be quiet, please? es uno de los mejores cuentos de Raymond Carver. Al comienzo del relato, durante la discusión del protagonista con su mujer, hay un algo entrelíneas, en los silencios, en las preguntas, en los gestos... Un algo que ahora no recuerdo y que me encantó en su día. Quizá fue esa manera de precipitarse las palabras y la discusión de una forma contenida.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Diario de un corrector (II)

Diario de un corrector tendrá tres secciones, si sigo con esta afición por recuperar las perlas de las prácticas: palabros, frases esculpidas y vicios comunes (estos últimos se propagan entre los estudiantes como la moda de la peonza, el yoyó o las canicas entre los colegios de toda España en el siglo XX).

Frases esculpidas:

La envuelven de incómodos gestos, como si trataran de cornear a una vaquilla en una corrida.
La visión de una claridad intermedia. Meridiana, meridiana.
Ella pasó por desapercibida.
Dirige su mirada hacia el objetivo del aparato en lugar de mirar a la cámara.
Los árboles airearon el ambiente.

Vicios comunes:

Siempre todo empezó cuando.
Siempre era un día gris.
Siempre las cosas envuelven la realidad.
Siempre yo estuve allí.
Y siempre el negro es negro azabache.
La estructura como si de un… se tratara se propaga como si de un virus se tratara.
Todo daba la sensación de algo.
De color rojo, de color blanco y de color verde. Por rojo, blanco y verde.

Diario de un corrector (I)

Los mejores profesores de periodismo cultivaban la graciosa costumbre de recoger las perlas de las prácticas de sus alumnos para indicarles qué caminos no debían tomar nunca. Sin citar a los culpables, mostraban frases imposibles, palabros y disparates. Enseñaban divirtiendo, ¿o era al revés?

Ahora, unos diez años después, me toca desempeñar esa tarea oculta e incómoda de corrector. Procuro seguir el ejemplo de los que fueron mis maestros y antes de cada clase práctica leo a los futuros periodistas algunas de las carambolas semánticas que hacen en sus trabajos. En la red hay profesionales que se dedican a eso, unos que enseñan y otros que hacen literatura.

Como no quiero privaros de estos manjares lingüísticos que encuentro en las prácticas de mis queridos alumnos, inauguro ahora este apartado para manteneros al tanto. Para mí no es un esfuerzo porque ya lo hago para ellos, con todo el cariño y el respeto que merecen. Aquí todo menda se equivoca y por eso nunca viene mal ver el lado bueno de las cosas.

Ahora os dejo las primeras perlicas.

Palabros (en cursiva):

La totalidad celeste por no repetir cielo.
Refortalecer en lugar de reforzar, reponer o simplemente fortalecer.
Malsonante mueca. ¿Un oxímoron de genio?
Humanísticamente por humanamente.
Se acercó hacia mí amenazadamente.
Aquello detonaba mal gusto.
A lo lejos nunca vemos personas, sólo siluetas. Y yo a veces veo monstruos.