viernes, 31 de agosto de 2007

Henry, 5 de agosto - 30 de agosto de 2007












En casa siempre hemos bautizado a los animales domésticos con nombres de futbolistas, la mayor parte como jugadores del Fútbol Club Barcelona. La casa del campo es un lugar propicio para cachorros abandonados por madres o dueños que no pueden ocuparse de ellos. Mi madre nunca nos dejaba darles comida porque si lo hacíamos se quedaban. Han pasado por casa perros como Romario o Iru (de Irureta) I y II; gatos como Bahía o Messi. La semana pasada mis sobrinas estuvieron en una Primera Comunión, a las amigas de la niña les regalaron un patito. Pues bien, ayer se ahogó en la piscina el que trajeron mis sobrinas Carmen y Teresa. Ha durado tan poco que ni siquiera se había acostumbrado a su nombre, Henry. No sé a cuál de mis sobrinas se le ocurrió, pero el nombre fue un acierto. Mi padre era el que ponía los nombres a los animales cuando éramos pequeños. Al parecer, mis sobrinas sabían de la costumbre familiar y escogieron directamente de la plantilla del Barça.


Hace un mes el gato Messi llegó al campo con otro cachorrito de su camada. Su hermano, que no llegó a ser bautizado, murió en la rueda del Peugeot de mi cuñado Santiago (aunque, por favor, silencio: les contaron a mis sobrinas que el gato se fue de casa para buscar a su madre y dejó a Messi con nosotros hasta que regrese con mamá gata). El pobre Messi no deja de llevarse golpes. Cuando ya se había acostumbrado a la extraña compañía del pato Henry, que no paraba de seguirle con su movimiento de cuello pendular, zás. El pato ha muerto en la piscina la madrugada del viernes 30 de agosto. Mi madre dice que a las tres y pico escuchó un chapoteo en la piscina. Al parecer Henry estuvo piando durante largo tiempo. Mi madre ha sido reiteradamente preguntada por si no pensó comprobar el estado del pato. “¡Sí, hombre, a las cuatro de la madrugada me voy a levantar por un pato!”. Esta mañana su cuerpecito sin vida fue recuperado del interior de la pisicina con la escoba del agua. Mi madre es la principal sospechosa, por cohecho. Sin embargo, sigue habiendo una línea de investigación tras la pista de Messi, aun sin coartada clara.

Henry. Descanse en paz.
-------
Apunte: La figura de mi madre queda mal en la historia, pero por hacer justicia debe apuntarse que siempre ha sido ella la que finalmente se ha acordado de cuidar, dar de comer y mantener a estos animales, a pesar de su reticencia inicial.


(Actualización, 18:37, 1 de septiembre)


Fotos de mi sobrino Pepe: Messi y Henry.

martes, 28 de agosto de 2007

Una carrera frustrada


Fue la manera más rápida de ponerle fin a una pesadilla. La pintura estaba preparada, el palo telescópico también, pero el rodillo no encajaba en el palo. Un cable de internet yacía en una estantería del trastero. Así acabó sus días, como un cabo que amarra el barco a puerto, como un alambre que cierra la bolsa del pan, como un hilo que evita la caída del botón.

martes, 21 de agosto de 2007

In media res, res de res

La primera vez que uno escribe para el blog desde un cibercafé. Esto de las vacaciones se acaba. Seguir alejado de internet permite saborear mejor los aperitivos en casa, las aceitunas rellenas y los pepinillos en vinagre. Siempre hay un vaso en el congelador de la nevera: cualquier cosa que uno vierta en él sabe mejor, sea cerveza, café solo o coca cola light (sí, con la mano levantada). Por eso, por el taburete incómodo, por el cartel de un tal Hitman, con subtítulo Blood Money, y por la flor de pelo rizado que cobra (tiempo en internet), uno tiende a escribir más rápido de lo habitual. Estos días vienen a la memoria recuerdos, quizá la soledad de casa y las noticias tristes. Es sintomático, por ejemplo, cruzarse mensajes con una amiga de hace diez años.
Sin embargo, el espíritu sigue pronto, gracias a los trabajos manuales y a la asignatura que empieza en septiembre. Los trabajos manuales son de pintura, de enyesado y de limpieza general. Hoy un cable de conexión a internet ha terminado sus días de navegante global para convertirse en un eficaz sistema de amarre. Amarrar el rodillo de pintura a un palo telescópico. No sabéis qué alto está el techo de casa. Hay foto, pero no forma de descargarla, otra vez será. Por cierto, brazos cansados y apelmazados a los dos minutos. Resultado: techo tipo cuadro de Tàpies.
Merodean por casa gaviotas y gatos, y eso que la basura acaba puntualmente en su sitio. Basura: cebolla pelada, pellejos de pollo, tomates pasados, lechuga congelada inexplicablemente, piel de melocotón, colillas y latas de ceveza o coca cola light.
Esta soledad también trae unas cuantas películas saldadas: magistral Hard Candy (gracias, Nahum, creo que hace seis meses me la recomendaste), emocionante La vida de los otros (imposible no pensar en 'otros' nosotros) y, tampoco es para tanto, Clint, Banderas de nuestros padres.

jueves, 16 de agosto de 2007

Una vuelta triste

Rompo este período de descanso por varios motivos, pero sobre todo porque tengo un ordenador a mano. Durante los últimos quince días he estado alejado casi por completo de internet. Podría decir que venía cargado de aventuras y sucesos divertidos, pero el martes pasado me enteré por José Alberto de una triste noticia, que tampoco debería serlo tanto si se mira desde un ángulo distinto. Puñetero ángulo en ocasiones como esta. Peter se nos ha ido, como dice Juanjo, al lugar donde tiene todas las letras desenredadas. Ayer estuve leyendo los comentarios y los pésames que muchos han dejado en su blog, una referencia entre muchos de nosotros, pero una pequeña muestra de lo que Peter fue en realidad. A nosotros nos queda ejercer de guardianes de la memoria, como dice Erefesa. Y seguir su ejemplo de bondad. O tintarnos el pelo de blanco.

Le conocí en 1997, en mi segundo curso de periodismo. Él era director de la revista Nuestro Tiempo. Entré en la redacción, me acerqué a su despacho, siempre con la puerta abierta, y le pedí permiso para acercarme. Me miró fíjamente, con esa manera tan peculiar que tenía de interrogar sin gastar palabras. Y pasaron unos segundos muy complicados para mí. Luego me hizo pasar y me hizo hablar. ¡Qué tío, no soltó prenda! Dos o tres preguntas solamente. Fumaba y cogía el cigarro de una forma extraña, en silencio.

Me dijo que viniera a la próxima reunión de la redacción, que se celebraba a la hora de comer todos los miércoles, semanalmente. Después me dijo que leyera varios periódicos y revistas, que recortara las cosas que me llamaran la atención, para nutrir la sección de la Serpiente, mi primera escuela periodística. A la vera de Peter conocí a los mejores maestros en eso de las letras enredadas. Tengo guardada en la memoria la imagen de Peter, en aquella mesa gris, a la hora de la comida. Antes hacíamos el paseo de la envidia: desde el Faustino hasta la redacción cargados de fritos, pintxos, tortillas, bocadillos, mientras todos los estudiantes de la facultad concentrados en el bar esperaban turno en la barra.

Le propuse, o me propuso, no recuerdo, un artículo sobre el comercio de armas internacional. Uno de los largos. Lo retrasé meses, empeñado en recoger más documentación. Un día, después de comer, cuando entrábamos en materia, Peter me preguntó cómo lo llevaba. "Estoy en ello, estoy en ello", le dije.

-Lo quiero en mi mesa dentro de quince días, ya tienes suficiente documentación.

Glup. Gracias a ese tirón pude terminarlo. A las dos semanas, antes de dárselo a Peter, lo leyó Eresfea, que ejercía de jefe de redacción como antes había hecho Pablo Echart. Eresfea lo destripó, sin dejar margen blanco. Además, y que no se enfade, creo que utilizó ¡un rotulador rojo! Cáspita, se ve que entonces no tenía elaborada su teoría sobre la psicología de los correctores. Gracias a ese trabajo conjunto, a los dos días, Peter me llamó a su despacho y me dijo:

-Tu reportaje sale en portada el próximo número.

Glup. Me lo dijo así, sin más, como si me dijera: acompaña a Maite a por los cafés. O ve a por la tortilla. Qué grande.

Siento haber sido un pelín más largo de lo habitual, pero era uno de los recuerdos que tengo de Peter. En febrero me regaló un ejemplar de una novela (foto pésima, es mía) que escribió hace tiempo. Me tocó en un concurso que hizo en Letras Enredadas. La dedicatoria:

Para Miguel, esta novela, sin comas, tan tonta. Peter. 2007.