La semana pasada fui a la Filmoteca para ver una de Douglas Sirk. Tengo varias cuentas pendientes con él, pero aquel día solo pude atenderle a las ocho de la noche. La película, Siempre hay un mañana, es una de esas historias bien contadas, sencillas y clásicas, de amor frustrado. También podríamos decir de amor victorioso, depende del ángulo desde el que se vea. Un hombre de mediana edad encuentra en un amiga del pasado el calor y la atención (la frescura) que ha perdido en su casa, un hogar americano estándar de mediados de siglo: madre perfecta gestora y tres hijos con futuro.
Al salir de Salzillo, Rebeca dice:
-Sí y no.
-Explícate.
-No siempre debe uno aniquilarse por el bien de los otros.
-¡Hala!
Efectivamente, había una historia.
Fotograma: There's always tomorrow, Douglas Sirk, 1956. USA. B/N. 84'.
Para los juguetones de la intertextualidad, la película ofrece el paradójico reencuentro de los castigados Barbara Stanwyck y Fred MacMurray, viejos conocidos de aquella fatídica relación en Double Indemnity, esa obra maestra del cine negro del gran Billy Wilder.
2 comentarios:
¿¿Rebeca?? ¿Quién es Rebeca?
Ya te hablé de ella hace unas semanas. ¡Vaya memoria de amigo!
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