miércoles, 28 de marzo de 2007

Abajo con el aguilucho


Estaba buscando noticias de interés humano. Según el texto que estudian los alumnos, de la profesora Fontcuberta, hay dos tipos dentro de esa categoría: por un lado, aquellas que narran un acontecimiento que interesa especialmente por la parte humana (véase emocional) y, por otro, aquellas que tratan acontecimientos de relieve, pero incluyen una pequeña anécdota o suceso tierno, simpático o ridículo (el "Vaya coñazo he soltao" de Aznar o "Esto lo entiendes en dos tardes" de Jordi Sevilla a Zapatero o, mejor todavía, los calcetines agujereados de Paul Wolfowitz, presidente del Banco Mundial). En esas estaba, navegando en busca de una de las primeras, cuando he encontrado esta. Al ver la foto pensé que estábamos ante una teatralización de la repulsa colectiva a los símbolos preconstitucionales. Pero no, me equivocaba, el pajarraco es una simple pava, la pobre. El gobierno andaluz dice que el lanzamiento «provoca al animal sufrimientos o daños injustificados y antinaturales». Así que el pueblo entero expedientado, y el alcalde del PSOE a la cabeza.

3 comentarios:

eresfea dijo...

Sí, ahora nos preocupamos por los pavos arrojados, por la felicidad de las gallinas ponedoras, por las lejanas lejanas foquitas, por el humo de tabaco en los pulmones, por el consumo de grasas hidrogenadas... Es que tenemos una sensibilibilidá social que es la repera.

Anónimo dijo...

En la foto parece que quien va a tirar algo es la pava (al tío que tiene enganchado, la maldita).

Ander Izagirre dijo...

Mejor una multa que una subvención, sí.

"Una tradición que data de siglos", dicen, como atenuante.