La conversación transcurría suavemente, sin sobresaltos. De repente, entró otra persona en la habitación y él comenzó a elevar el tono. Sus ideas pasaron de ser expuestas a ser impuestas. Agitaba las manos de un lado a otro. Los reojos iban de izquiera a derecha, de izquiera a derecha. Y yo me preguntaba: ¿dónde están las cámaras de televisión? ¿Dónde está el público? ¿Por qué me hablas de forma diferente? Una cosa es tener cultura televisiva y otra, muy distinta, hábitos televisivos. Granhermanismo. Cada vez menos humanos. Es sintomático.
1 comentario:
En todas partes, amigo. En todas las jodidas partes.
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