miércoles, 27 de septiembre de 2006

Carpetas vacías

Días para vaciar armarios, borrar documentos de carpetas en el ordenador y devolver libros a la biblioteca. Las transparencias para las clases de las antiguas asignaturas están en la basura, también las fotocopias de artículos relacionados, las prácticas de los alumnos y sus fichas. Sus fichas. Es triste ver en la papelera, junto a los folios sucios y a la viruta del sacapuntas, las fotos tamaño carnet de los alumnos. Blanca, Julián, Amalia, Pepe, Teresa, Victoria y compañía son ya del pasado.
2toievski peleaba conmigo hace tres años sobre la existencia del pasado. Yo decía que no, que todo se esfumaba. Él apostaba, como buen historiador, por su existencia. Ahora le creo cuando noto en el estómago el huevo frito con tomate de la cena.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me alegro de que al final ta hayas dado por vencido.
El pasado es lo que nos distingue de las bestias.
Para bien y para mal.

Anónimo dijo...

Ojo a la melancolía, amigo. Digiere bien ese huevo frito, que no haya que venir al rescate con la cirugía plástica del alma.

Sutura heridas emocionales, deja las fotografías en blanco y negro y apuesta por el presente perpetuo. No mires atrás. Acelera y no vuelvas. Cierra la puerta y baja las contraventanas. Porque no es sano volver a los lugares donde uno, alguna vez, fue feliz.

Lo dice, atinando, Félix Grande:

DONDE FUISTE FELIZ...

Donde fuiste feliz alguna vez
no debieras volver jamás: el tiempo
habrá hecho sus destrozos, levantando
su muro fronterizo
contra el que la ilusión chocará estupefacta.
El tiempo habrá labrado,
paciente, tu fracaso
mientras faltabas, mientras ibas
ingenuamente por el mundo
conservando como recuerdo
lo que era destrucción subterránea, ruina.

Si la felicidad te la dio una mujer
ahora habrá envejecido u olvidado
y sólo sentirás asombro
-el anticipo de las maldiciones.
Si una taberna fue, habrá cambiado
de dueño o de clientes
y tu rincón se habrá ocupado
con intrusos fantasmagóricos
que con su ajeneidad, te empujan a la calle, al vacío.
Si fue un barrio, hallarás
entre los cambios del urbano progreso
tu cadáver diseminado.

No debieras volver jamás a nada, a nadie,
pues toda historia interrumpida
tan sólo sobrevive
para vengarse en la ilusión, clavarle
su cuchillo desesperado,
morir asesinando.

Mas sabes que la dicha es como un criminal
que seduce a su victima
que la reclama con atroz dulzura
mientras esconde la mano homicida.
Sabes que volverás, que te hallas condenado
a regresar, humilde, donde fuiste feliz.
Sabes que volverás
porque la dicha consistió en marcarte
con la nostalgia, convertirte
la vida en cicatriz;
y si has de ser leal, girarás errabundo
alrededor del desastre entrañable
como girase un perro ante la tumba
de su dueño... su dueño... su dueño...

Anónimo dijo...

Yo creo que es simplemente imposible olvidar los momentos en los que se ha sido feliz.
Nuestra manera de encarar el presente y el futuro depende de cómo miramos al pasado.
No todas las miradas que echamos hacia atrás nos traen melancolía; también pueden traer satisfacción, seguridad, miedo, arrepentimiento, aversión, amor...
En definitiva, lo que nos hace humanos.

Anónimo dijo...

¿Sacapuntas? ¿A estas alturas? Me alegro...