miércoles, 7 de abril de 2010

"Peace, man"

Con el buen tiempo, coger el metro en Nueva York deprime. La primavera descubre una ciudad muy diferente a la de los últimos tres meses, más allá de la floración y de la luz. La vida en la calle repentinamente recuerda a la de las ciudades mediterráneas. Las plazas resucitan, los bares abren sus patios y las calles son ahora terrazas. Ese placentero discurrir de las cosas y de ocupar el espacio.

Ahora que rompe uno con el metro, que camina sobre él porque no necesita zambullirse en sus alcantarillas repletas de ratas, empieza a extrañarlo. Los momentos de soledad acompañada, los parones para reflexionar, las historias ajenas, los personajes peculiares, el traqueteo, ¡hasta el clásico "Stand clear of the closing doors, please"!

Durante estos meses, uno ha visto de todo en el metro; cosas tristes, como la brusca caída de una señora contra el suelo por el frenazo del tren, pobres borrachos durmiendo sobre un costado, gente amargada, capullos egoistas o maleducados de chaqueta y maletín; y cosas bonitas, como vagabundos divertidos, con todo tipo de mensajes promocionales, a veces apocalípticos, músicos que le sacan a uno del agujero con un par de acordes o una nota alta, gentes de religiones opuestas compartiendo bancada con sus libros sagrados en mano, mujeres bonitas, caballeros, o una pareja durmiendo abrazada.

Pero de todos esos momentos, aquella noche de sábado, regresando de Brooklyn. Tres personajes se sentaron en el banco de enfrente. Uno, sin saber por qué, siente la necesidad de hablarles. Sus apodos extraños, Puffin ella, sus maneras desinhibidas, su pinta, la conversación que mantienen, la forma de despedirse, chocando los nudillos de la mano derecha o cruzando el antebrazo. "Peace, man". Esos momentos de conexión que brinda el metro no los tiene el trajín de la calle. Por lo menos, no con esa fugacidad e intensidad.

7 comentarios:

Marta dijo...

Lo bueno es que haya un momento para cada cosa; una temporada para cada estación y una estación para cada lugar al que quieras ir ;)

Basta con que camines sobre el metro cuando el cielo azul, el sol, el verde y las flores te llamen al aire libre o cuando no quieras deprimirte. Del mismo modo que, cada vez que extrañes esa soledad acompasada del traqueteo subterráneo y su curiosa y variada fauna, te sumerjas en ella para recuperar algunos retazos que luego nos dejarás por aquí.

El lado positivo: llega la primavera, el buen tiempo, las terrazas... pero no tienes que renunciar a nada y siguen abiertas todas las puertas (y todas las bocas de metro).

¡Gracias! :)

Ander dijo...

Qué majos.

Rubén y Salva dijo...

Por Italia, concretamente en Roma, también tenemos nuestra versión del "Stand clear of the closing doors, please"! ... sobre todo el famoso "Prossima fermata... uscita lato destro"... es tan conocido, que un día el disco se rayó y colgaron el vídeo en YouTube: http://www.youtube.com/watch?v=sW4m__adEec&feature=related

¡Saludos boloñeses!

entrelaspalmeras dijo...

Muy interesantes las observaciones:-)

Esther dijo...

La intimidad de ir en metro... qué bonito

Nahum dijo...

El metro es ideal para aprender. Hay de todo (bueno, casi). Es también geográfico y clasista. "Peace, man". Lo raro es que te dejaran fotografiarles...

Aquí mi homenaje, que puede venir al caso:

http://nahumny.blogspot.com/2007/11/los-artistas-del-hambre.html

belen torregrosa dijo...

... si es que esmásguay hablar con desconocidos. Qué bueno. ¿¿¿Y cuantas aventuras no???? disfrutalo mucho