Silencio incómodo.
-Actúa Scarlett Johansson.
-Sí.
Fue uno de los planes que hice con Leo durante su visita a mediados de marzo. Su estancia me vino de perlas, porque esa semana la universidad estaba de Spring Break. Leo es un apasionado de Nueva York. Me mostró docenas de rincones interesantes, recorrimos el West, el East Village, Brooklyn Heights y Park Slope. Los dos últimos días de la semana los pasamos con Miguel Ángel, que vino en autobús desde Williamstown, un pueblo perdido en Masachussets.
En el teatro Court se representaba Panorama desde el puente, una obra de Arthur Miller sobre la inmigración a mediados de siglo XX en Nueva York. El drama se localiza en Brooklyn, junto a los muelles bajo el puente. Una pequeña familia acoge a un par de italianos en busca de trabajo. El crítico del New York Times la explica muy bien y le pone buena nota. Las actuaciones eran tan naturales, tan creíbles, que uno entiende un poco mejor el asunto de la catarsis en el teatro griego.
Aquel 17 de marzo Nueva York era verde por el día de San Patricio. El Court Theater está en el centro de Manhattan y tuvimos que sortear los retazos de la caravana de irlandeses. Después de aplaudir, salí corriendo del teatro para evitar la cola y llegar al final del partido Barcelona-Stuttgart. No me resisto: asistí a dos obras de arte consecutivas. Leo esperó con paciencia la salida de los actores y pudo fotografiar a Liev Schreiber y a Jessica Hecht. Scarlett Johansson no destacó, pero esa fue su grandeza, como señala el diario neoyorquino: desprenderse de su aura de celebridad. Y desde las primeras frases, uno deja de prestar atención a sus famosas curvas atrapado por la calidad de la obra.
La inmigración sigue siendo un foco de dolor y polémica: la odisea de los visados o el drama de la deportación, por ejemplo. En la ultima década Estados Unidos acoge una ola de inmigración tan grande como la de 1920. El periódico estima que en 2008 vivieron en el país 12 millones de inmigrantes ilegales; este gráfico sobre el asunto. Muchas de esas familias sufren los problemas que cuenta la obra de Miller: comparten techo, legales e ilegales. En 2008, unos 350.000 de estos últimos fueron deportados. A veces basta un simple porro.
Obama planteó en 2009 la posibilidad de agilizar la legalización, pero el tema quedó en tercer plano por la reforma sanitaria. Este asunto mantiene los mismos tintes partidistas y polémicos que en Europa, aunque aquí nos llevan unas cuantas cabezas de ventaja en tolerancia. La ciudad de Nueva York es un monumento a la inmigración desde Ellis Island hasta el último cuchitril del Bronx. El otro dia estuve con María en el Tenement Museum, en el Lower East Side, por recomendación de Ander. Ahí uno escucha las desventuras de los primeros vecinos inmigrantes de esta gran ciudad entrando en sus casas. El guía contó la historia detallada de las familias Gumpertz (foto) y Baldizzi en la calle Orchard, que vivieron entre 1863 y 1935 en el mismo edificio.
En enero, Minna, una compañera de trabajo finlandesa, me regaló, como agradecimiento por la clase que impartí, The Visitor. La película (2007) muestra el asunto de la deportación desde los ojos de un profesor que vive en Manhattan. Merece la pena verla; ademas, evita el recurso de las frases esculpidas y la lágrima fácil. Es muy oportuna, porque uno en Nueva York puede quedarse con el lado superficial, con el "Manhattan, parque de atracciones", y no con el "Manhattan, tierra de supervivencia".
Y todo por culpa de Scarlett Johansson, una neoyorquina con padre danés y madre de origen polaco.
8 comentarios:
En primer lugar, gracias por seguirme y por tu comentario. Y por otra parte, me gustaría decirte que cuánto me gustaría ahora mismo haber tenido tus ojos en mi cabeza en el momento que viste a la musa de las musas: Scarlet Johannson. Parece que todo te va genial por allí, me alegro mucho. Aquí tenemos vacaciones, como ya sabrás, y estamos preparándonos para la vuelta con una entrevista de profundidad (sí, práctica 11, cómo pasa el tiempo), y otra para deportivo.
Espero seguir viendo comentarios tuyos en mi blog. Un saludo desde Almansa city!!
Qué fotografía tan precisa, especialmente en colores que ni siquiera se mencionan.
Yo, al menos yo, muchas veces me he preguntado si disfruto más con la idea de sentirme inmigrante o de sentirme emigrante. Pero vivir y sobrevivir no es lo mismo, como tampoco lo es viajar por placer y viajar por necesidad. Pero da gusto sobrevolar Nueva York desde tu avioneta 'made in Albufereta' ;)
Lo dicho: lo mejor de NY es que, realmente, nadie es de allí.
Y eso libera mucho.
¿Sacaste la foto a escondidas? A nosotros no nos dejaron fotografiar nada en los tenements. Qué visita tan impresionante, qué vívido era todo...
Xavi, gracias a ti por seguirme. Mucho ánimo con las prácticas que quedan.
Fátima, yo soy un privilegiado por sobrevolar esta gran ciudad desde mi cómoda posición de becario del gobierno.
Nahum, me ha encantado releer tu entrada sobre la línea D.
Ander, las fotos son del propio museo, me dijeron lo mismo que a ti. De hecho, si pinchas, te lleva al Flickr del Museo.
Como siempre, me encanta lo que escribes y la manera en la que lo haces.Da mucho placer recorrer NY por medio de tus gafas de un español con síntomas de una enfermedad incurable: periodismo. PD. Y estoy segura que lo esencial es la sangre polaca...
Hola Miguel, gracias por visitar mi blog !!! Yo lucho por una Iniesta limpia, pero lo que tú expones aquí es mucho más grave. Yo por lo que veo aquí en mi pueblo, la mayoría de los inmigrantes viven en condiciones penosas y sin apenas dinero para comer dignamente. Está claro que parte de la culpa la tienen los gobiernos por no agilizar los trámines para la legalización, pero creo que más culpa tenemos los ciudadanos por no saber tolerar a las personas que no son de nuestra raza. Y más después de que, durante la Guerra Civil muchos españoles emigraron hacia otras tierras...
Mucha suerte y disfruta del tiempo que te queda por ahí, aunque visto lo visto, creo que no hace falta que te lo diga ;)
Un saludo !!!
¿Por culpa?
(Pillín).
Publicar un comentario