El martes volvía al trabajo, pero la batería del coche necesitaba un día más. Dos llamadas a la grúa y el recambio en el taller me ocuparon toda la mañana. El mecánico me dijo que no funcionaba la máquina para pagar con tarjeta y me dejó marchar. “Para tu seguridad, te dejo mi DNI”, le dije. A las cuatro le llevé el dinero en efectivo y me trató como cliente buen pagador. Después estuve toda la tarde repasando lo que han escrito mis maestros durante agosto. Tenía el almacén lleno de perlas y relatos, aparte de las lecturas relacionadas con mi trabajo, como esta. Confirmé que mis amigos siguen duro en agosto y que se divierten haciéndolo. Y gracias a ellos descubrí nuevos sitios que visitar a menudo: por ejemplo éste, con uno de los consejos que he seguido este verano muy a menudo.
Volví a casa a la hora de la cena. Me preparé una pizza con pan viejo. Mientras el horno se calentaba vi las noticias. Luego apagué la televisión. Ya no hay nadie en casa: todos han vuelto a la ciudad y ahora la terraza, la luna y el mar son más grandes. No pude dormirme y de madrugada agarré otra vez el libro que había abandonado por una efímera cabezada cinco minutos antes. Luego lo volví a dejar y pensé en las vacaciones que se fueron. Viajé a Huesca, Valencia, norte de Italia, fui a la playa, hice deporte. Estuve con los amigos y con la familia. Leí un poco: Todo por una chica (Hornby), Meridiano de sangre (McCarthy), Master en Manhattan (Eva Domínguez), por eso del año que viene, El alba la tarde o la noche (Reza) y algunos textos de Capote y de Cortázar. En general, ha sido un buen verano, pero también triste: el primero sin mi madre, pensé. Además, hace una semana me dijeron que un amigo del colegio había muerto. Repasé algunos recuerdos durante unos minutos más, hablé con los que no estaban y luego ya sí que me dormí.
Volví a casa a la hora de la cena. Me preparé una pizza con pan viejo. Mientras el horno se calentaba vi las noticias. Luego apagué la televisión. Ya no hay nadie en casa: todos han vuelto a la ciudad y ahora la terraza, la luna y el mar son más grandes. No pude dormirme y de madrugada agarré otra vez el libro que había abandonado por una efímera cabezada cinco minutos antes. Luego lo volví a dejar y pensé en las vacaciones que se fueron. Viajé a Huesca, Valencia, norte de Italia, fui a la playa, hice deporte. Estuve con los amigos y con la familia. Leí un poco: Todo por una chica (Hornby), Meridiano de sangre (McCarthy), Master en Manhattan (Eva Domínguez), por eso del año que viene, El alba la tarde o la noche (Reza) y algunos textos de Capote y de Cortázar. En general, ha sido un buen verano, pero también triste: el primero sin mi madre, pensé. Además, hace una semana me dijeron que un amigo del colegio había muerto. Repasé algunos recuerdos durante unos minutos más, hablé con los que no estaban y luego ya sí que me dormí.
9 comentarios:
A lo mejor es demasiado serio para un simple comentario, pero es un texto que hay que compartir y es uno de mis "hallazgos vacacionales":"Cuatro son los pilares que soportan esta casa en la cual, patéticamente hablando, habita el espíritu humano. Los cuatro son: la Razón, Dios, el Amor, la Muerte. La bóveda de la casa es el Tiempo, la realidad más común y la más misteriosa en el mundo. Desde el nacimiento el tiempo nos parece la realidad más ordinaria y la más familiar (Algo hubo y dejó de haber. Algo era así y es distinto. Algo pasó ayer o hace un minuto y nunca jamás volverá). El tiempo es entonces la realidad más normal, pero también la más espantosa.
Los cuatro seres mencionados son nuestros remedios para superar este miedo. La Razón ha de servirnos para descubrir las verdades eternas, resistentes al tiempo. Dios o el absoluto es un ser que no conoce ni el pasado, ni el futuro, pero todo lo encierra en su “eterno aquí”. El Amor, en su intensidad, también se priva del pasado y del futuro, es una actualidad concentrada y excluida. La muerte es es el final de aquella temporalidad en la cual estuvimos sumergidos en nuestra vida, y probablemente, según suponemos, la entrada en otra temporalidad, de la cual no sabemos nada (o casi nada). Todos los apoyos de nuestro pensamiento son herramientas gracias a las cuales nos liberamos de la espantosa realidad del tiempo; todos parecen servir para “domesticar” verdaderamente el tiempo" [Roman Kołakowski].
Septiembre siempre viene con melancolía.
Un verano, otro verano más.
P.D. ¿Un amigo del colegio? Leñe, hablamos seguro luego.
Creo que yo también tengo que pasar por el taller a recargar las baterías. Ha sido un verano duro y he dejado la blogsfera muy de lado...
Qué gusto volver a verte por aquí. Encontrarme, una y otra vez, con las teclas tópicas estivales ya era un poco... reiterativo ¡je!
Yo también leí "Todo por una chica"; y creo que voy a darle un repaso. Y si me animas con "Meridiano de sangre", me pongo con McCarthy rápidamente.
No faltes mucho por aquí ¿vale?
PS.- "All drinking challenges must be accepted". Supongo que casi todos seguimos el consejo este verano... ¡jaja!
Gracias Marta, Alberto y Anónimo. Intentaré no faltar mucho, pero cada vez me cuesta más traer historias, pensamientos u ocurrencias. Como estoy en Twitter o en Facebook, suelo quemar los asuntos y luego no les doy salida en el blog. Pero pelearé.
Todo por una chica, Marta, tampoco me pareció una delicia, pero es lo que leí, por afinidad con Hornby. Más o menos lo mismo con McCarthy, por eso no te recomiendo Meridiano... Coge antes, mil ves antes, En la frontera, El guardián entre el vergel o La carretera, si ya has visto o leído No es país para viejos... Jopé, ¡cómo aprecio tu fidelidad! ¡Un beso!
Nahum, te llamo estos días. Abrazo!
Perdón, 'El guardián DEL vergel' no 'entre el', claramente asociaciado incosncientemente con el del centeno.
Me he equivocado en el nombre del autor de la cita, es Leszek Kołakowski.Anónima.Pd. Pelea, pelea!Es un placer poder leerte de nuevo!
Pienso lo mismo de "Todo por una chica". Me quedó una sensación "rara" después de leerlo; por eso quiero darle un repaso. Aunque después de "Alta fidelidad"... no sé si puede superarse ¡je! Busco como loca "Fiebre en las gradas"; creo que ése sí me va a encantar.
De McCarthy tengo pendiente la trilogía de Frontera. "La carretera" y "No es país para viejos" (primero leído y después, visto: fundamental el orden) cayeron el verano pasado en un abrir y cerrar de ojos, digo... de libros.
Aceptaremos asuntos chamuscados en el blog ¡jeje! ¡Hasta cualquier rato! Beso.
Echaba de menos tus pensamientos. Sí que, bienvenido de nuevo. Sé fiel.
Gracias, Carolina. Se agradece tenerte como lectora.
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