miércoles, 22 de octubre de 2008

Ese perro no contempla

Enrique tiene un presa canario encerrado en una cabaña. Lo veo todos los fines de semana en la curva que abraza la casa de los forestales. El chalet de Enrique está hundido en un bancal de limoneros y la jaula del perro queda a quince metros de la carretera. Detengo el coche, me asomo por la ventana y espero a que el ruido del motor le atraiga. Dos o tres segundos. El perro es majestuoso y se cuadra como un miura en el umbral de la puerta metálica. La cadena acorta su recorrido bruscamente y, en lugar de sentir el tirón, parece que se mueve la jaula. Luego mira hacia arriba, donde está el coche, a veinte metros. Pelo oscuro, moteado de marrones. La cabeza como un balón de fútbol sala y, sobre sus ojos, un antifaz gris. No gruñe, no ladra, no se mueve. Mira profundamente al conductor, que arranca al rato.

Enrique me dijo que se lo había regalado un amigo.

-¿Puedo verlo?
-Si te acercas, te destroza. Ese perro no contempla.
-Es una bestia, ¿y cómo le das de comer?
-Ya me conoce. Ya sabes que he tenido siempre perros, y los conozco.

Vi brazos y piernas esparcidos por el suelo.

No sé por qué detengo el coche cada vez que paso por allí.

5 comentarios:

belen torregrosa dijo...

uhm... vaya casualidad, no?

Anónimo dijo...

Acostúmbrate a parar en temporada de limones...

Miguel Carvajal dijo...

Lo haré, Marta. Lo haré.

Belén, hay una palabra confusa: no es "vi" es "imaginé brazos y piernas...".

Victoria Marrero dijo...

Tal y como lo describes asusta, impone... los presas canarios son muy nobles, pero son mastines con alma de doberman... grandes defensores de su terreno... Y dicho así hay mucho presa canario por ahí suelto... ;)

María dijo...

ala, que miedo!!! juajuajua. Yo odio a los perros y eso que mi hermana tiene uno, un boxer, cuando se pone en postura de "atento" es elegante, pero no... no puedo con los perros...