La onda expansiva me tiró a la cama. No había hecho caso de la policía secreta y me asomé a la ventana del segundo piso. Diez residentes estaban en el salón viendo Una historia verdadera, de David Lynch. Unos cuarenta cerraban sus libros en la sala de estudio. Habría muchos Casado de lengua española, otros tantos d'Ors de derecho romano y un puñado de Kotler para los gestores. El resto, a las 21:03, sólo hacía tiempo en sus habitaciones, armados de tabaco, antes de la cena. Brumb. Me incorporé, vi la columna de humo y salí al pasillo. Al poco, la policía secreta sacó a todos del Colegio Mayor.
Fue el 23 de mayo de 2002. Hoy, a diez metros, han puesto otro coche bomba los valientes, liberadores y comprometidos asesinos de ETA. Desgraciados.
Aquella universidad también es mi casa. Estudié allí. Trabajé allí. Viví allí. Mi cariño y comprensión para todos.
ETA Kanpora! No mataréis el pensamiento. No materéis la libertad. Inútil es vuestra mal llamada lucha, cobardes.
Foto EFE.
10 comentarios:
A mí también me tocó lo de 2002 y sin embargo, como estoy lejos, me sabe peor lo que ha ocurrido hoy por la incertidumbre y la dificultad de ir localizando a los que están allí, hasta saber que no les ha pasado nada.
Es triste y angustioso. Pero, aunque por ahora parezca lejano, esta historia tendrá un final feliz. Estoy segura.
(me parece que se dice "kanpora", Miguel).
Corregido. Gracias, Marta.
Hay que decirlo bien claro, hay que escribirlo bien. Para que se enteren.
Quizas desde la distancia sobrecoge un poco mas despertarte con una noticia de estas en tu pais. El unico consuelo es que aquello podia haber sido una masacre. Comparto tus sentimientos de rechazo y asco a esta gente absolutamente fundamentalista
Lo sabemos: no nos vencerán. Y sí, es una batalla. Una batalla sin armas contra las armas.
Simple escoria. Si en todos estos años no han conseguido nada, no lo harán en los próximos. Seguro.
Viví en Madrid un atentado terrorista. La onda expansiva movió todo el edificio donde trabajaba... También sentí la incertidumbre y el terror, en forma de geos entrando en buses urbanos y revisando todos los asientos; de una mochila dejada en una esquina frente al edificio del ejército de Nuevos Ministerios; de revisiones de todas las alcantarillas y bajos de los coches con perros y detectores de metales cuando trabajaba en el Ministerio del Interior.... Son repugnantes, a parte de cobardes... y no sé si coincido con Marta al respecto del final que tendrá esto.
Siempre afectan los atentados. Uno mira por televisión lo que ocurre y empatiza con el sufrimiento del otro, el mal rato, en ocasiones la desgracia.
Ayer, cuando encendí la televisión y escuché que la bomba estaba dentro del campus, cerca de una residencia de estudiantes, puse más atención. Me impactó más porque desde hace un mes vivo en un campus, donde puede entrar cualquiera.
Suena romántico lo que voy a decir, pero es así: Ellos tienen las bombas y nosotros las palabras. Me uno al Eta Kanpora.
Bueno, ya está.
Gracias a todos los que habéis escrito, a los que se han interesado...
Aunque no conozcas a muchos, sientes esa compañía... Y reconforta.
Eskerrik asko!
Y, efectivamente, kanpora!
Estaba en el trabajo y a eso de la una entré en los diarios digitales y me encontré la impactante foto con el fuego en el campus. Sentí lo de siempre: rabia y asco por un lado, y empatía y preocupación por las personas a las que les pilló la bomba cerca. A veces pienso que ETA es un mal endémico y nunca acabará.
Gracias a todos.
Acabe o no ese cáncer violento, nunca debemos rendirnos. Sigamos adelante, exijamos responsabilidades, justicia. Y a trabajar.
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