martes, 11 de diciembre de 2007

Desde la ventanilla del avión

La casa donde vivo reposa entre el mar y la tierra, en frontera rocosa. La inestabilidad del terreno y el constante trasiego de las olas han agrietado las paredes. Por eso, en el silencio de la noche, si el ruido del mar no lo impide, se escucha el crujir de las tejas del techo y las baldosas del suelo. Con el tiempo uno se acostumbra, deja de pensar en intrusos y escucha esa orquesta invisible que le hunde en el sueño.

Esta foto me ha llegado hoy, pero se hizo el 11 de septiembre de 2007, en el vuelo de ida Alicante-Leeds. Fui con José, un colega –y sin embargo amigo– del departamento, que me prestó la cámara. La ilusión de ver mi casa desde el avión, el recuerdo de La Isla a mediodía de Julio Cortázar y la simbólica fecha son motivos más que suficientes para publicarla.

Yo creía en la poética de los aviones porque creía en la del viaje. Pero me equivocaba. No hay poética en nada: ni en el viaje, ni en la montaña, ni en la derrota, ni en el dolor. La poética no está en nada, porque está en todo.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Impresionante......Muchas gracias. Lola.

Anónimo dijo...

Y encima has conseguido que se vea la casa. Objetivo para lo poco que queda del año: ir allí. QM

Nahum dijo...

Aire fresco, qué delicia.

Lleva cuidado, Sinto: ya sabes cómo acaba el cuento de Cortázar.

Anónimo dijo...

El ruido del mar mece; no impide dormir: es el mejor somnífero que existe.

Marta

eresfea dijo...

¿Y si el avión es de hélice...? Imagínate el final de Casablanca con el jet de Julio Iglesias.

Anónimo dijo...

¿Qué pasó en el viaje?

Anónimo dijo...

¡¡Feliz Navidad, Miguel!!
Y vaya... voy a tener que escribirles a los Reyes Magos para que traigan una entrada nueva para tu blog... :)

Rfa. dijo...

Yo nunca he visto mi casa desde un avión, pero me encantaría. Tengo que conformarme con los satélites de Google, que tienen bastante menos poesía.
Respecto a lo de los ruidos en las casas, hay una historia que siempre cuento. Hace años llevé a un amigo a la casa de Murcia donde veraneo. Es una casa que está delante del mar Mayor (los murcianos, como sabes, distinguimos siempre entre Mayor y Menor). Cuando le pregunté a mi amigo qué le parecía, me dijo: "es muy bonita, pero se escucha todo el tiempo el mar". Y yo, que llevaba toda mi vida veraneando allí, no me había dado ni cuenta.

Nahum dijo...

RIP

Descanse en paz.

María dijo...

joooo regalanos otra entrada...