Mi padre contó ayer una historieta de Juan Pablo II. Al término de la Santa Misa, en esas mañanas vaticanas de las seis o las siete de la madrugada, el Papa se acercó a los asistentes para saludar. Después de hablar con varias personas, le llegó el turno a una monjita.
-Santidad, soy la Superioria de la Orden de la Santísima Trinidad...
-¡Qué suerte tiene usted! Yo sólo soy el Representante de su Hijo.
A mi padre se lo contó de primera mano quien usaba escalpelo en las ruedas de prensa.
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