martes, 30 de enero de 2007

Cristal ahumado


Ayer cayó en mis manos un ejemplar de Cristal ahumado (Gabriel Insausti, 2006), un libro de haikus con una apacible portada azul celeste. Lo leí de un tirón, aunque eso es fácil: los haikus son poemitas de dicesite sílabas y el libro tiene 64 páginas. El autor (finalista del Nacional de Poesía y ganador de numerosos premios) es profesor de mi antigua universidad y ahora lo recuerdo por los pasillos de la biblioteca. También recuerdo que me precedió en un ciclo de cine de un colegio mayor de San Sebastián. Él habló sobre una película de John Ford, no sé si fue Qué verde era mi valle o El hombre tranquilo. Al día siguiente yo llevé El apartamento, de Wilder (la presentación de la película se la fusilé a Nahum, experto en metaficción, Basilio Martín Patino y narrativa audiovisual). Leer haikus es algo distinto a todo lo demás (era mi primera vez): tiene el enigma de la adivinanza, el lirismo de un poema, la profundidad de cualquier género mayor de la literatura, la lección de un apotegma, la chispa de una ocurrencia y la brevedad de un verso. Una veta.
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A medianoche

crecen brazos de sombra

bajo tu cama.

lunes, 29 de enero de 2007

Un síntoma desconocido hasta la fecha


Desde hace una semana noto palpitaciones en el párpado superior de mi ojo derecho. Ocurre de forma repentina, de camino al ascensor, frente a la pantalla del acer o en casa leyendo un libro. Las circunstancias son lo de menos. No sé a qué se debe. He escrito palpitaciones en el párpado en google y las dos o tres primeras páginas cuentan atropelladamente que es un síntoma de estrés, trabajo excesivo, alcohol, tabaquismo, marihuana, exceso de horas ante el ordenador y otras lindezas. Sin embargo, yo creo debe de ser algo psicosomático, como una señal del alma, un piloto encendido en el cuadro de mando vital.

miércoles, 24 de enero de 2007

Cinismo para repartirse el cadáver


Como ha muerto Kapuscinski (CTRL C + CTRL V) lo obligado sería comentar algo... Pero ya está la prensa en internet, los periódicos de mañana y los buitres de turno para cargarnos con reflexiones post mortem, perfiles y artículos de periodistas que se inspiraron en él. Lo peor de todo va a ser, me adelanto, leer cómo cada cual barre para casa. Vamos, que el polaco ya está muerto, se abre la veda y ahora toca repartirse el cadáver.

"Se subasta periodista para causa política. Defensor de la libertad, castigado por el comunismo, combativo, comprometido y solidario con los pobres... ¿Quién da más? Sí, aquel señor del blog liberal. O ese señor, al fondo, presentador de programa de televisión. No, no, a la izquierda tenemos a politicucho que entrega los Príncipes de Asturias. A ver, aquel barbudo de periódico independiente. A la una, a las dos y a las tres. Adjudicado al intrépido intelectual del fondo".
Pie de foto de móvil: performance sobre la Naranja Mecánica a la salida de la Filmoteca Francisco Rabal (Murcia).

viernes, 19 de enero de 2007

Se conoce que


De puntillas Eresfea dejó este comentario el otro día: “comprendo que es difícil detenerse en un autor... Pero con Hornby había que parar hace tiempo”. Es interesante. No era consciente de que al comprar un libro, la mayor parte de las veces, suelo seguir la pista de un escritor que ya había leído antes. Las demás compras obedecen a recomendaciones expresas de amigos en los que confío, por su criterio o por su falta de él. Y, en las menos, me he guiado por críticas de críticos muy poco críticos que estimo.
Otras preguntas: ¿Cuándo hay que abandonar un libro? ¿En la página cien? ¿Al tercer adjetivo cursi? ¿Si está contando un sueño? ¿Si carga un muerto a lomos del primer párrafo (adivinen de quién esta frase)? ¿Qué margen le damos? ¿Puede gustarte un libro por la época, el momento del día o el ánimo con el que lo leas? ¿Cambia tu percepción del texto si acaba de dejarte la novia o si ha perdido tu equipo? ¿Y si has comido setas mágicas?
Me he dado cuenta de que he dejado pocos libros a medio camino. Eso puede ser por tres razones:
a) Que me han recomendado muy bien.
b) He leído muy poco.
c) No tengo ningún criterio.
d) Todas juntas.

Libros que he abandonado y no sé por qué (o sí):
a) Cien años de soledad (García Márquez).
b) Últimas tardes con Teresa (Marsé).
c) Franny y Zooey (Salinger, ¡lástima!, con lo que me gustan sus Nueve cuentos o El guardián).
d) Los renglones torcidos de Dios (Luca de Tena).
e) De la noche a la mañana (Jiménez Losantos).
f) Beatriz y los cuerpos celestes (Lucía Etxebarría) Lo regalaban (tiraban) con el diario.

¿Qué vida merece la pena ser vivida?

Este reportaje novelesco (17/1), la secuela (18/1), la puntilla (19/1), los argumentos de autoridad... y -solita entre un mar de letras, portadas, fotos y sentimentalismo a raudales- una carta al director (19/1).
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Hoy a las 22.30 (La 2), dentro del programa Crónicas: «Mar afuera».

miércoles, 17 de enero de 2007

Saviola


Este chaval me cae bien. Digo chaval porque nació en 1981 y yo en el 78. El tipo tiene madera y quiere jugar de titular, pero no le dejan en Barcelona. Cuando le dan minutos de juego demuestra que es un gran futbolista. Qué desperdicio en el banquillo. No sé qué problema tendrán Frank o Laporta con él, pero da pena que no lo quieran. Ayer hizo un sombrero de tres picos o tres sombreros de copa, según el escritor que más nos guste (Pedro Antonio de Alarcón o Miguel Mihura), y de paso reivindicamos un poco lo nuestro, lo que no fuimos o lo que quisimos ser. Creo que si sigue así le van a dar otra oportunidad y lo van a renovar en junio. Si me equivoco, rectifico. Por cierto, ¡Piterman kanpora! Pero también de España, por favor, no vaya a ser que un día le de por comprar el Real Murcia Club de Fútbol.

martes, 16 de enero de 2007

En picado


Acabo de terminar En Picado (Nick Hornby, 2006, Anagrama), un buen manual de instrucciones para no tirarse desde la azotea, con bastante sentido del humor, unas dosis de derrota y un poco de luz nada sensiblera al final. La historia la cuentan los cuatro protagonistas en forma testimonial, que se alternan para narrarnos desde sus puntos de vista singulares cómo tratan de salir del agujero. Para leer entre el 31 de diciembre y el 31 de marzo.

viernes, 12 de enero de 2007

Una de profesionales


El otro día llevé a Nahum al aeropuerto. Después de colocar su equipaje en el maletero del coche me dio una bolsa de plástico y me dijo: "Creo que los Reyes Magos han dejado esto para ti en mi casa". Lo abrí apresurado, aunque intuía que era un deuvedé: Los profesionales (Richard Brooks, 1966). Como estábamos mal aparcados en una parada de taxi, solamente le di las gracias y le dije el típico cumplido. Ayer vi la película. Es de esas en las que uno se comporta como si los protagonistas estuvieran sentados en los sofás de al lado. Está repleta de frases espectaculares, que encajan perfectamente en las mandíbulas de esos tres grandes actores (Lee Marvin, Burt Lancaster, Ralph Bellamy). Por cierto, también tenemos a Claudia Cardinale, definida en la película como "una de esas mujeres que a los niños los convierte en hombres y a los hombres les hace comportarse como niños". She is terrorific. Recupero una frase de uno de los momentos más intensos de la película: "Nos quedamos porque creemos. Partimos porque nos desilusionamos. Volvemos porque estamos perdidos. Morimos porque estamos comprometidos". Se llaman entre ellos 'amigo' muchas veces. También es una película sobre la amistad, qué importante es la amistad en el western, en el clásico y en el moderno. Esa amistad profunda, sincera y leal, sin gilipolleces sentimenalistas de por medio.
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El cine del oeste crepuscular abandona los motivos, los temas y los argumentos del género clásico. Los personajes ya no son tan íntegros, aparentemente. Las odiseas que emprenden no son como las de antes, sin embargo, sigue latiendo el heroismo en cada uno de sus pasos.
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-¿Piensas en algo que no sea en mujeres, whisky y oro?
-Amigo, acabas de escribir mi epitafio-, le dice Lancaster a Marvin en un momento para enmarcar.
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A la altura de Centauros del desierto, El hombre que mató a Liberty Valance, Johnny Guitar, Río Bravo, El Dorado, Río Grande o Hasta que llegó su hora.

miércoles, 10 de enero de 2007

Nada es como antes

Se le caen los mitos a la izquierda española. Desde the Fall of the Berlin Wall hasta el chándal de Fidel Castro. Nada es como antes, oh, mi querido Saramago, que vives en un país que te encumbra a cada erupto. Ni siquiera Nacho Ramonet, que el año pasado nos defraudó con su entrevista plagiada de Granma. Hasta Libèration, con todo su periodismo modélico, su rebeldía institucional y su tilde invertida, renuncia a sus principios porque ante todo hay que comer y dar de comer a los trabajadores. Poco a lo que agarrarnos, ¿verdad? Quizá al socialismo afectivo que propone Pedro Zerolo en laSexta, en el programa del Gran Wisconsin: "El socialismo es efectivo en la medida en que es afectivo".
Apéndice (Savater lanza puñal): "un terrorismo en el que los ricos asesinan a los humildes en nombre de ideales xenófobos y retrógrados, a menudo con la comprensión política -cuando no con la complicidad- del izquierdismo más obtuso y falsario de Europa".
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Últimamente todo son sospechas.
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Actualización (17:37): Chavez promete "socialismo o muerte".

lunes, 8 de enero de 2007

The Real Madrid delusion


El otro día llegué a este texto en internet: El mapa estratégico del Real Madrid: el arte de construir una marca, Urrutia I., Kase, K., Martí, C., Opazo, M. Lo podéis encontrar en el Center for Sport Business Management, del IESE, que tiene el segundo MBA más prestigio del mundo, según The Economist. El artículo seguro que está muy bien, aunque no lo he leído. Ni lo voy a hacer, de momento.

Yo escribiría otro artículo: The Real Madrid delusion. Cómo construir un engaño, cómo destriparlo en dos partidos, cómo vender la moto a sus seguidores, cómo defraudar al buen espectador de fútbol.

miércoles, 3 de enero de 2007

Nocheviejas fraudulentas


La gente pone demasiado énfasis en las fiestas de Nochevieja. Semanas organizando algo, con expectativas amorosas altas y el mismo fraude nocturno. Mi rebeldía en la del pasado año fue vestirme con pantalones vaqueros y una americana. La gente me miraba como si hubiera cometido un delito social. ¿No llevas traje? ¿Y la corbata? Casi no me dejan entrar en el bar definitivo. ¡Cuántas exclavitudes en las fiestas de postín!