Bogavantes. Una docena. El día anterior durmieron en la parte baja del frigorífico, liados en una toalla húmeda, para que se conservaran vivos y frescos. Ni siquiera compartieron cajón con los tomates que les acompañarían al día siguiente, ya triturados. Encima de ellos, en el siguiente estante, en dos platos hondos, había sepia y langostinos. Pero muertos.
Santiago cerró el frigo y durante la noche soñó con los bogavantes.
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*Las únicas que se salvan de la quema en el concurso son María y Belén, acertaron en la especie.