viernes, 26 de octubre de 2007

La culpa climática


No suelo faltar a clase. En un profesor es normal. Y eso que uno de mis defectos es la falta de diligencia en las tareas, me retraso y me lío con lo que no debo: una novela a deshora, la búsqueda de un antiguo amigo por internet, el número de citas de un viejo artículo o la redacción de un comentario para el blog. Pero nunca falto a clase.

En octubre el temporal se ha enfrascado en el levante de la península ibérica. Ha sido trágico y mediático. El 11 de octubre, jueves, antes del puente, me encontré con ese cartel al salir de la cafetería.

Nunca la contradicción entre la teoría que enseña un profesor –Derecho del Trabajo– y su ejemplo práctico –Hoy No Trabajo– fue tan tormentosa. Pero lo mejor es el relámpago final de la autoestima, ese plural mayestático, que despeja las sombras de la pereza y dispara la culpa al sistema, al cambio climático, al universo: Lo sentimos.

martes, 16 de octubre de 2007

La calva asesina


Los sustos acomplejan. Amariconan, o sea, hacen perder el carácter varonil. Sin acritud alguna. Si uno vive solo en casa sabe a lo que me refiero. Acompañados por una mujer es fácil hacerse el machote. Sus gritos anulan ese incipiente respingo tipo amago de parada cardiaca. Entonces es fácil mirarle picaronamente y decir: “Tranquila, tranquila, fue el viento”. Y se suben esos escalones invisibles de la autoestima.

En soledad no hay camuflaje ni escudo moral. El respingo afeminado le joroba a uno la conciencia durante un par de minutos. Es posible tranquilizarse con unas palabras musitadas hacia dentro: “No ha sido nada, la humedad que pellizca las paredes y pega calambrazos”. Pero si una noche cualquiera persisten los chasquidos en las baldosas de la casa llueven inmediatos esos pensamientos: “Alguien pasea por el pasillo sigilosamente, ¿aguantarán las sábanas la puñalada feroz del metal reluciente en la oscuridad?”. Después, cuando la razón analiza, se encuentra uno con que el susto no ha sido nada. Un par de cacharros de la cocina mal colocados, un montón de ropa desordenada sobre una silla, el albornoz en su percha tras la puerta, la sombra antropomórfica de la lámpara o un simple trampantojo.

La otra noche apareció un tipo frente a mí en el cajero del banco. Por cómo reaccioné podía haber sido un ladrón asesino especializado en cajeros. De golpe, dentro del habitáculo protegido, junto a la puerta. Allí estaba, mirándome. Me monté una novela tipo Stephen King en menos de medio segundo. Sí, hubo susto amariconado: un amago de respiración brusca, un movimiento de cuello protector y el reojo imposible buscando el origen del miedo.

Y sólo era un simple cartón publicitario de Antonio Lobato a escala real.

martes, 9 de octubre de 2007

El lado bueno de las cosas


A veces un roto hace las cosas más simpáticas. Cicatrices, grietas, arrugas, descosidos. Es mejor no engañarse: si se ha destrozado algo, nada de depresiones y llantos. Quizá una canción, la palabra de un amigo o la mirada de un padre cambie las cosas.

¡Cuánta preocupación desparramada por no mirar el lado bueno de las cosas!

lunes, 8 de octubre de 2007

El dinosaurio


Cuando desperté Hamilton todavía estaba allí.

viernes, 5 de octubre de 2007

Chico conoce chica (por internet) y 4

Al cabo de una semana vuelve a llamarme. Había encargado las flores –creo que dijo rosas– pero, según los de la floristería, en el hospital no había nadie con ese nombre. Blanco y en botella. Él dice que quizá ha habido un problema con el nombre. Olvidamos la floristería. Luego me cuenta que también ha llamado a la policía. Una chica apuñalada en Buenos Aires el sábado por la noche. Tarea compleja. Al parecer hay más de un cuerpo de policía en Argentina, con diversos cometidos. El colmo fue, dijo, que en uno de los departamentos sonaba como musiquita de espera la partitura al piano de El Golpe. Nos empezamos a reír. Hablamos de confabulación universal o timo a la argentina. Durante las risas vienen a mi cabeza las películas de Ricardo Darín y compañía: Nueve reinas, etc. Él no había perdido el sentido del humor, por supuesto, pero aun quería saber.

Si fuera un timo, con el dinero ya tendrían bastante. ¿Por qué la llamada de la madre? ¿Por qué todo lo demás?, me pregunta.

Claro, ¿por qué seguir la película?, sigo yo. ¿Por qué continuar exprimiéndote?

Sí, ¿por qué? ¿Por qué convertir el timo en una tortura emocional?

A los dos días volvió a hablar con la madre, tras numerosos intentos, llamadas en espera y horas de locutorio. La hija nunca estaba disponible. Él contó lo de las flores, pero sin tono de reprimenda, por si fuera cierto lo de su hija. Ella dijo que sería por culpa de la recepción y que menudos son los de las floristerías.

A mediados de agosto quedamos para cenar.

¿Qué ha pasado con la chica de internet?, le pregunto entre plato y plato, de sopetón.

Sigo ahí, a la espera, quizá me voy de viaje para visitarla un par de días. ¿Te vienes?

¡Ja! ¿Lo sigues creyendo?

En la vida hay que apostar.

¿Pero no has tenido suficiente con los miles de euros perdidos?

El dinero me da igual. Eres un capitalista. ¡Qué más da! He tenido el valor de creer en el amor.

Eso no es amor, era pura imaginación, no tenías pruebas suficientes para el amor.

¿Cuáles tienes tú en la vida real, en un bar, en una fiesta o en la calle?

La cara, los ojos, la voz. Pequeñas pistas de realidad, le digo.

Sabes perfectamente que engaños así también se producen cara a cara.

Sí, pero no le das a una recién conocida todo ese dinero de golpe.

¿No? ¿Y los que pagan por sexo?

No, no es lo mismo.

Sí, lo es. Pagar por amor, por hacer el amor. Incluso algunos pagan por sexo a plazos: algunas mujeres no son más que eso, buscan la estabilidad, el coche y la ropa al abrigo de un tipo mediocre, pero forrado.

No seas cínico. Lo peor de todo es que tú has pagado, pero sólo por la imaginación de un amor. Por la conquista. Te ha cautivado más esa búsqueda, ese juego, que el propio resultado, que es un puro fraude.

¿Y si fuera verdad? ¿Quién puede vivir una historia así?, me pregunta.

Después de cenar vamos a tomar un par de copas por ahí. En algún momento volvemos a hablar del tema. Especialmente cuando él señala a alguien, por ejemplo, a un tipo que se acerca a un chica buscando una oportunidad.

¿Ves?, me dice. ¿Eso no es un timo? Todos queremos una oportunidad.

Antes de recogernos me dice que ella le envió un mensaje al buzón de voz. Lo escucho: voz melosa, pero triste. Mucho amorcito y cielo.

Sigo pensando que ella, su madre y toda Argentina son un timo mayúsculo, y así se lo dije.


Él, afortunadamente, ha encontrado trabajo y ahora está fuera del país. Rompió con su novia. Le he escrito para decirle que su historia es pública, que la he contado, aunque mantenga el anonimato. Y le he pedido un alegato, porque creo que poca gente habría hecho lo que él hizo.

No me ha contestado.

Imagino que ha olvidado ya todo esto, aunque supongo que tendrá una pequeña herida abierta durante un tiempo. Y parece una herida que duele más si lo que te han timado no es solamente dinero.

jueves, 4 de octubre de 2007

Chico conoce chica (por internet) 3

Agosto. Un domingo por la tarde buscando un sitio para cenar. Delante de mí caminan Pepico, que no paraba de hacer bromas adolescentes, y Alfredo, que le mira con cara indulgente. Suena el móvil, apuro el cigarro y atiendo la llamada. Es un amigo, con el que no hablaba desde hacía un mes, más o menos. Me cuenta la historia de chico conoce chica por internet. Su historia. En tiempo real, sí. Una historia que terminaba con la llamada de la madre y la chica apuñalada. En cualquier caso, una historia contada con un tono que precisamente no pedía una reprimenda tipo qué coño has hecho enviando ese dinero allí. Sin embargo, tras una media hora seguida de oído y boca abierta, titubeo y suelto, como un pequeño soplido, la palabra timo. Esto lo digo después de muchas otras preguntas, y pongo cara de dolor al soltarlo.

No, no. ¿Por qué iba a llamarme la madre?, dice. ¿Por qué iba a enviarme ella los billetes?

Porque es un timo bien pensado, porque lo han hecho profesionales.

No. Ella era auténtica. Borró su perfil de la página web en la que nos conocimos, al mes, para demostrarme que le interesaba de verdad, que no estaba jugando.

La conversación se alarga en esos términos. Antes de colgar, le doy ánimos y le digo que cuando quiera volvemos a hablar. Él no podía compartir con nadie más esta aventura, porque seguía viviendo con su novia y había engañado a su padre con el tema del alquiler. Antes de despedirse, me dice que le enviará un ramo de flores. Está dolido, claramente no quiere pensar en timos, sería una mezquindad estando ella en el hospital. Por un momento me hace sentir bastante mal. Cuelgo.

Después de esos cuarenta minutos, Alfredo y Pepico me quieren matar. No saben si quiero entrar al restaurante asiático o al italiano, y me han esperado.

¡Haber elegido vosotros!

miércoles, 3 de octubre de 2007

Chico conoce chica (por internet) 2

El viernes, un día antes del vuelo, ella le llama otra vez. Los trámites para salir del país y entrar en España no son tan sencillos ni tan baratos, ella necesita más dinero, según cuenta. Él, que está en paro, y no va sobrado de recursos, engaña a su padre y le dice que necesita dar un adelanto del alquiler para conseguir más pasta. Por la tarde le dice a la chica que se lo enviará. Ella le contesta, con su acento argentino, que lo recogerá por la mañana del sábado, a través del servicio postal (Western Union), antes de ir al aeropuerto.

El sábado ella vuelve a llamarle. "Ya tengo el dinero. Lo guardaré en las medias para no perderlo. Pero no llego a tiempo al vuelo. No vayas a Málaga aún, espera a que te llame para confirmar que puedo alcanzar el siguiente, lo haré por la tarde".

Él espera ilusionado.

Imagina su encuentro en el aeropuerto, trata de adelantarse al olor de su pelo.

Pasan las horas.

Empieza a temerse lo peor.

La espera se alarga.

Ella no llama.

Ya son las diez, hora española, y no tiene señal alguna. Acude a un locutorio cercano y telefonea. El móvil de la chica no responde, está apagado o fuera de cobertura. Vuelve a casa preocupado. Durante toda la noche se agita en la cama, incapaz de conciliar el sueño. No cree que haya podido engañarle, ella le dio datos suficientes como para ganar su confianza. Sin embargo, el teléfono sigue muerto.

El día siguiente es una prórroga de la noche anterior. Acude al cibercafé, mira el móvil continuamente, trata de no pensar, se agita. Por la noche, ya abandonado, llega otra llamada.

¿Por favor, podría hablar con el señor...?

Es la madre de la chica, le llama para decirle que la noche anterior apuñalaron a su hija. Al parecer, la siguieron después de recoger el dinero en el servicio postal y luego la atracaron. "Está fuera de peligro, ingresada en el hospital".

martes, 2 de octubre de 2007

Chico conoce chica (por internet) 1

Durante dos meses mantienen una relación casi diaria por el chat. Él disfruta con ella, con su desparpajo de palabras, su ironía y el descaro con que le trata. Ella es de Argentina, estudia la carrera de leyes y él tiene diez años más, cerca de los cuarenta y está en el paro. Intercambian unas fotografías. Las de ella son bastante más sensuales y él se limita a sonreír a cámara. Él esconde esta aventura, porque no quiere terminar aún con su novia. En realidad mantiene una relación de puerta batiente desde hace meses. Pero a él ya todo le da igual y solamente cree que merece la pena vivir así, entregado a la pasión y a la aventura. Piensa: ¿Quién me obliga a mantener algo que me frustra?

Un lunes del pasado mes de agosto la conversación del chat se calienta y ambos deciden organzar un viaje. Ella le dice que puede viajar desde Argentina y pasar quince días con él, pero que no tiene dinero. Él le dice que hará todo lo posible por conseguirlo. Hablan por teléfono y precipitan el viaje. "Esta misma semana". "Sí, el sábado". Él le pide un préstamo a un amigo y envía una cantidad importante a Buenos Aires. Ella lo recoge y saca el billete. Después le envía una copia digital para darle los detalles del vuelo. En alguna ocasión bromean con la posibilidad de que ella le time. Pero es tanta la complicidad conseguida, piensa él, que parece imposible.
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Actualización (10.53): Gracias por los avisos, queridos lectores.

lunes, 1 de octubre de 2007

Professor Boba 1 – Profesor Camara 0


La ventaja de escribir cosas raras en el blog. Esta mañana Jose se me ha acercado y me ha dado un papelito similar al que veis en la imagen. Resulta que en Elche un tipo trata de competir con nuestro Professor Boba. Se hace llamar Gran Profesor Camara, sin tilde. El diseño de su anuncio es más pretencioso, pero se estrella en el paso corto de la ortografía y la redacción. La ausencia total de puntos y comas frustra el mensaje. Ni la teórica persuasión de la tipografía del nombre funciona. No ha generado ninguna respuesta significativa en internet: al parecer Boba conoce mejor el marketing viral. La clave puede estar en que este último añade una ese a su categoría laboral, pues, como todos saben, hay un abismo entre un Profesor y un Professor.